La obra de Erika Díaz (Bogotá, 1992) es un tejido sutil entre fragilidad y fuerza, donde la porcelana —material históricamente asociado a la delicadeza— adquiere un carácter inesperadamente rebelde. Su proceso no comienza en el taller, sino en la búsqueda: recorrer mercados, tiendas y espacios de comercio para encontrar ese objeto preciso que combine forma, material y memoria. Son piezas que ya han tenido una vida anterior —tazas, platos, teteras— y que, tras su hallazgo, la artista interviene y une a elementos de cerámica, completando así imágenes que evocan un contexto próximo.

Este gesto surge de un lugar íntimo: los recuerdos de su hogar y de la mesa familiar, donde lo ornamental convivía con lo cotidiano. Sin embargo, su práctica se expande más allá del ámbito personal, hacia una especie de arqueología contemporánea del objeto, donde cada hallazgo está cargado de posibles relatos: ¿Quién lo trajo?, ¿Qué viaje hizo para llegar hasta aquí?, ¿Qué historias encierra?

En sus composiciones, la porcelana y la cerámica —aunque similares a la vista— revelan sus diferencias materiales y simbólicas. No hay fracturas accidentales, sino cortes precisos que reconfiguran las piezas, generando un diálogo entre lo frágil y lo resistente, lo decorativo y lo funcional, lo íntimo y lo colectivo. Las huellas de esas intervenciones no se ocultan; se vuelven protagonistas, convirtiendo lo imperfecto en un acto de afirmación estética y vital.

Más que imponer un significado, su trabajo abre un espacio de encuentro. Cada pieza invita a demorarse, a recorrer con la mirada y el tacto sus pliegues, sus bordes y sus superficie pulida y brillante, dejando que las narrativas emerjan de la relación entre la obra y quien la contempla.

En el Museo de Arte del Tolima, Interferencia Dentro de la Fragilidad se presenta como un manifiesto silencioso: un recordatorio de que la belleza puede nacer de la cicatriz, que la memoria se preserva también a través de lo vulnerable, y que incluso los materiales más frágiles pueden encarnar la voluntad de no someterse.

 Luis Fernando Bautista Rodríguez

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